miércoles, 11 de noviembre de 2009

DEL MATRIARCADO AL PATRIARCADO Y DESDE AHÍ HACIA UNA NUEVA HUMANIDAD

En el principio de los tiempos la divinidad estaba representada en la GRAN DIOSA.

La creación y el misterio de la vida nacían de la mujer… y la mujer era poderosa, era dueña de sí y vivía feliz junto a sus amados quienes también eran felices con ella. Con el paso de los siglos y tras haber revolucionado su vivir con la agricultura y la ganadería, el humano cambió; ya no bastaba lo del sustento diario, ya no bastaba compartir, ya no bastaba ser él y entonces sobrevino la envidia, el acumular, el dominar, el poseer.

El hombre comenzó a querer poseerlo todo y poco a poco lo fue logrando, no importaban sus hermanos menores los animales, ni la tierra que pisaba, ni siquiera la mujer que le acompañaba, ni la comunidad en la que vivía.

Luego de un tiempo, sólo faltaba algo por tener o poseer…la transmisión de la vida, como no pudo lograrlo se conformó con someter al ser por cuya vía la vida era; fue entonces cuando la mujer y el colectivo de mujeres comenzaron a sufrir.

La mujer poderosa por naturaleza, integrante de la hermandad lunar al sincronizar sus ciclos, maga y gestadora de vida y conocedora del poder que habita en cada ser, no comprendía el hacer y sentir de su hombre complementario, y aun cuando sabía…calló.

Ese silencio de nuestras hermanas mujeres significó acumular en el inconciente colectivo todo el dolor y el sufrimiento que a lo largo de generaciones muchas mujeres han padecido y es lo que nos ha llevado hoy –cuando domina el patriarcado- a pretender conquistar los espacios y labores masculinas y a olvidar nuestro linaje y todo aquello que contiene el privilegio de ser mujer.

Son nuevos tiempos, somos mujeres renovadas y armadas en una nueva búsqueda de espacios y labores ya no nos protege una espada o un escudo, nos protege el círculo y una nueva hermandad: la de las Hijas de la Luna.

Cuando la mujer comprenda el valor y privilegio de ser mujer y se sumerja en las aguas de lo sagrado femenino saldrá renovada, nuevamente virgen y equilibrará su pareja interna dando su lugar a lo femenino y a lo masculino que habita en ella, amando lo masculino de la vida e irradiando una nueva luz de amor y humanidad que será recibida por el hombre que desea equilibrar su pareja interna y lo nutrirá y será un nuevo tiempo, una nueva humanidad donde el matrimonio sagrado de lo femenino y lo masculino se elevará y nutrirá nuestra Tierra y a cada ser.

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